Si todo sale bien para el mundo, este diciembre en Lima, Perú, el mundo encontrará una buena receta para terminar de cocinar el acuerdo climático global en París, Francia. Si todo sale bien para el Perú, la ciudadanía saldrá el 10 de diciembre a decirle a nuestro Gobierno que no basta que el Perú sea el cocinero que mundo necesita; sino que para nuestros adentros también necesitamos darle el mejor de los sabores que el ambiente y las personas necesitamos.
Cocinando el éxito de la COP-20… con el toque de sabor peruano

Falta una semana para que se inicie la COP-20 y existe optimismo de avanzar sustancialmente hacía el nuevo régimen climático post 2020. Este nivel de optimismo no se había visto hace muchos años. Y le brinda a Perú y a Lima la oportunidad de poner su nombre por todo lo alto, más arriba incluso que la gastronomía, tenemos la oportunidad de preparar la sustanciosa receta para el acuerdo climático a firmarse en París, Francia. Pero cocinar el sabroso acuerdo climático vinculante que los humanos necesitamos (no el planeta, él nos va a sobrevivir) no es un trabajo de 12 días, es un trabajo que se inicia muchos meses (a veces años) antes y continuará un año más. El éxito de una COP no depende de 12 días de negociación y feria, sino de mucho esfuerzo previo que puede verse coronado o estropeado en esos 12 días. ¿Seremos capaces de ponerle el aguaymanto a la torta?  

Pase lo que pase, el país anfitrión siempre dirá que la COP fue un éxito. Le tocará endulzar un poco, sobredimensionar lo avanzado y minimizar los fracasos. Pero parece que en esta vez Perú tiene la oportunidad lograr su propósito y no tener que hacer muchos disfuerzos para maquillar un mal sabor en el plato. Por supuesto este resultado no depende solamente de los esfuerzos o las equivocaciones de Perú, depende mucho más de los ingredientes, decisión y acción de los otros países. Pero el liderazgo imparcial del país anfitrión contribuye muchísimo.

Afortunadamente, los ingredientes que los otros nos están aportando a esta receta parecen ser muy ricos. El quinto informe del IPCC ha sido lo suficientemente fuerte y claro para marcar la cancha de la oportunidad, o cocinamos ahora o nos quedamos con hambre. La multitudinaria marcha de Nueva York en el mes de septiembre ha puesto los reflectores y llamado la atención de manera que nadie quiera ser responsable de salar la comida. Pero las presas fuertes han sido la declaración conjunta entre Estados Unidos y China, los dos pesos bien pesados del cambio climático que sumándose a la Unión Europea han anunciado mayor ambición y decisión por alcanzar el sabor necesario. Otro ingrediente importantísimo ha sido el anuncio de la capitalización del Fondo Verde del Clima, sin agua no se puede hacer una sopa, y los aportes financieros parecen llegar, al menos, al nivel mínimo de la olla que se esperaba.

El país anfitrión como todo cocinero puede hacer bien su trabajo, o también puede intentar vendernos gato por concejo. A nivel internacional, en el pasado algunos países anfitriones desesperados por cocinar al menos algo, han sacado “recetas” bajo la manga que han terminado estropeando la cena, por ejemplo el texto secreto durante Copenhague. Otros por su lado, cocineros poco higiénicos no han tenido problema de minar su credibilidad en el manejo de su agenda interna, por ejemplo cambiar al ministro unos días antes de Varsovia.

Por su parte, Perú haciendo mérito a su reconocimiento gastronómico internacional, creemos que ha sabido cocinar un ambiente adecuado para el éxito. A nivel internacional de estas negociaciones parece que Perú ha estado haciendo bien la cosas, mostrando una visión de liderazgo transparente que genere el ambiente de confianza para que los Estados parte puedan alcanzar acuerdos. Tanto a nivel multilateral, regional y bilateral se han hecho los esfuerzos para lograr los mejores ingredientes.

Pero a nivel interno parece que a Perú le ha salido su lado de cocinero más informal. A pesar de los esfuerzos por reactivar la Comisión y la Estrategia Nacional de Cambio Climático, una serie de decisiones y acciones del Gobierno parecerían que están decididas a minar su credibilidad. Nos referimos a las demoras en brindar el presupuesto para organizar la COP20. Nos referimos a los paquetazos de reactivación económica flexibilizando los estándares ambientes. Nos referimos a dejar sin resolver situaciones tan trágicas como lo ocurrido en Saweto. Obviamente, todas estas bombas no han tenido como propósito echar a perder lo que se cocina en la COP sino que muestran que en parte del gobierno existe una seria incomprensión de la importancia de la COP, la subsidiariedad del tema ambiental en la visión de desarrollo del país, la falta de compromiso con la lucha contra la tala ilegal y la corrupción en el sector forestal, y también el incumplimiento de los derechos de los pueblos indígenas.

Si todo sale bien para el mundo, este diciembre en Lima, Perú, el mundo encontrará una buena receta para terminar de cocinar el acuerdo climático global en París, Francia. Si todo sale bien para el Perú, la ciudadanía saldrá el 10 de diciembre a decirle a nuestro Gobierno que no basta que el Perú sea el cocinero que mundo necesita; sino que para nuestros adentros también necesitamos darle el mejor de los sabores que el ambiente y las personas necesitamos.